México fue inspiración para artistas e intelectuales colombianos desde la década de 1920. En el campo artístico el muralismo fue defendido como la forma de un arte nuevo, mas no como una herramienta propagandística de las ideologías. En concordancia con los postulados de un arte para las masas, el tema del muralismo fue expuesto de manera constante en la revista Espiral. El interés por este arte se evidencia en la primera época de la revista por la composición del Consejo de Redacción. Entre sus miembros estaban los artistas colombianos Ignacio Gómez Jaramillo (1910–70), Luis B. Ramos (1899–1955), Luis Alberto Acuña (1904–84) y Marco Ospina (1912–83), todos interesados en el mural como forma de expresión. En este contexto, tanto la introducción de Gómez Jaramillo como la reproducción del texto de Siqueiros refuerzan estos postulados. Para el artista mexicano, la finalidad técnico-social consiste en que la técnica permita un arte público que se realice conforme a las condiciones sociales actuales. Siqueiros aboga por un arte que sustituya al arte académico por ser, este último, expresión de la “plutocracia” y “manjar exclusivo de oligarcas”. Es de interés que Gómez Jaramillo “hable” a través de Siqueiros, pues el colombiano pudo realizar menos de una decena de murales, dos de ellos censurados. Gómez Jaramillo había viajado a México en 1936, auspiciado por el gobierno colombiano, para estudiar pintura mural y las realizaciones de Rivera, Orozco y Siqueiros. Allí participó en la realización de un proyecto mural en el Centro Escolar Revolución, en Arcos de Belem (Ciudad de México). En 1940, siendo director de la Escuela de Bellas Artes de Bogotá, inauguró la asignatura de pintura mural. A fines de esa década, regresó a México donde continuó sus estudios de pintura mural por poco tiempo, pues se le suspendió el cargo diplomático. En Colombia, posteriormente escribió varios artículos sobre Siqueiros y otros muralistas.