La argumentación de Roberto Pizano Restrepo (Bogotá, 1896–1929) en este artículo sobre la muestra inicial del artista bogotano Coriolano Leudo Obando (Bogotá, 1866–Villeta, 1957), llama la atención porque logra sistematizar, de forma ejemplar, el sólido compromiso que los críticos y artistas colombianos de la época sentían con respecto a la tradición artística española. En este sentido, no es de extrañar que la valoración de la obra de Leudo se funde en oposición a la tradición artística francesa, muy presente en el arte colombiano a través de la obra de los pintores Ricardo Acevedo Bernal (1867-1930) y Andrés de Santa María (1860–1945), ambos fallecidos en Europa. Es en este contexto donde Pizano sitúa a Leudo Obando, en oposición a uno de los primeros y más exitosos académicos colombianos, Epifanio Garay (1849–1903), casualmente también formado a ultramar (París). Según Pizano, que Leudo buscara la definición de “las raíces de la raza” —antes que en “la distinción”, “la gracia” y “la elegancia exterior” de la formación artística francesa— en el legado de Diego Rivera (1886–1957), Diego Velázquez (1599–1660) y Francisco de Goya y Lucientes (1746–1828) no es, de modo alguno, una coincidencia. Los valores que Pizano encuentra en estos artistas —es decir y en contraposición con “la enérgica construcción” y “las calidades de materiales conseguidas con mucha pasta de color”, “la varonil elegancia” y “los elementos populares”—, permiten que su juicio sobre la obra de Leudo supere la valoración que hace de Zuloaga, uno de los artistas más respetados dentro de la escena artística colombiana a inicios del siglo XX. Desde la perspectiva de Pizano, la obra de Leudo es netamente colombiana y más universal que la de Zuloaga porque tanto el medio ambiente que lo rodea, como la idea de raza, son categorías provenientes de La Filosofía del Arte (1865) del historiador y crítico literario Hypolite Taine (1828–93). Esta no sólo es característica positivista de un “pueblo joven”, sino que su trabajo está arraigado en las grandes obras literarias universales y en la tradición literaria de su propio país. Esta última, encarnada en la alusión que hace Pizano a la obra de los poetas colombianos José Asunción Silva (1865–96) y Guillermo Valencia (1873–1943), coetáneos de Leudo.