El autor, Augusto Salazar Bondy, indica que se trata de un texto valioso por contener referencias concretas a las diversas acepciones del término “cultura” y por el hecho de plantear “un concepto de cultura antropológico-social explícitamente neutro”, libre de inclinaciones etnocentristas. A pesar de que, en otras definiciones ligadas a este mismo concepto incluidas en el diccionario de la Academia, no puede evitar hacer referencias normativas, considera el autor que es preferible incurrir en este error antes que en el del etnocentrismo y “su secuela de imposición cultural”. El pensador señala, asimismo, que debido a este tipo de mirada todavía se piensa que “cultura por antonomasia es la occidental, la cristiana, la europea o la urbana, la industrial, la de los grupos ‘educados’, no el resto de las producciones de los pueblos subdesarrollados”. El autor plantea que en los países subdesarrollados es necesario desterrar la “cultura de la dominación” y que sólo a partir de una “conciencia revolucionaria” se podrá entender una nueva concepción de cultura como expresión creadora que implica una “dinámica del individuo y del grupo que a través de bienes nacionales y comportamientos se exteriorizan y se auto configuran en la historia”. Este sentido, a su juicio omitido por la del Diccionario de la Academia Francesa, “es el único que puede permitir hablar (…) de una cultura de la liberación cancelatoria de la cultura de la dominación”.