Fotógrafo, historiador y crítico de arte, Alfredo Boulton (1908−95) envía esta correspondencia a su amigo, el pintor venezolano Alejandro Otero (1921−90). La carta es reveladora no sólo de la sincera amistad y respeto entre ellos, sino de la conciencia por parte del crítico de cuán autónomo ha llegado a ser el artista contemporáneo. Aun así, el afecto que Boulton profesa por Otero lo lleva, paternalmente, a ponerle sobre aviso del peligro que implican los cambios bruscos, cuando estos no obedecen sino al reclamo excéntrico de las modas. Concretamente, Boulton no está de acuerdo con el contagio del Nouveau Réalisme que opera sobre el artista; no obstante, en carta posterior muestra admiración por las obras expuestas en Caracas (Museo de Bellas Artes de Caracas, 1962), destacando su valor pictórico. De hecho, la reserva inicial de Boulton se compagina con las denuncias que manifestará cuatro años después Marta Traba a través de una áspera polémica caraqueña originada por su artículo “El arte latinoamericano, un falso apocalipsis” (1965), denunciando, precisamente, el apego de nuestros artistas a modas europeas en detrimento de búsquedas más acordes con las necesidades expresivas del continente.
Esta carta pertenece a la selección realizada por Ariel Jiménez para la Fundación Museo de Alejandro Otero, He vivido por los ojos: correspondencia Alejandro Otero-Alfredo Boulton, 1946-1974 (Caracas: Fundación Alberto Vollmer/Museo Alejandro Otero, 2001), bajo el auspicio de la Alberto Vollmer Foundation.