El historiador, novelista y diplomático venezolano Mariano Picón Salas (1901–65) representa, junto a otros intelectuales como Arturo Uslar Pietri, una nueva generación de pensadores liberales que, enfrentados a la tradición positivista que negaba valores del período colonial o que juzgaba negativa la mezcla europea-indígena, se levanta en los años treinta a favor de una comprensión integral de la cultura latinoamericana.
Sobre este documento, representativo de un pensamiento humanístico de ideas liberales y democráticas, es importante destacar que el autor reconoce el indigenismo como “vivencia” al mismo tiempo que lo rechaza como “consigna política”. El artículo se complementa con una “segunda nota” publicada una semana después, dedicada exclusivamente a las corrientes literarias.
La pertinencia para las artes plásticas radicaría en su actitud tolerante hacia todas las raíces de la cultura latinoamericana —postura que ha predominado en la crítica y el mecenazgo— por lo menos una vez superada en Venezuela la etapa autoritaria de Juan Vicente Gómez (1908–35). Fue justamente en esos últimos años de la dictadura cuando artistas como Francisco Narváez y Alejandro Colina revelaron el primer interés por representar en plazas públicas a “los mulatos” (Plaza Carabobo, 1933) y al indígena (Plaza del Aborigen de Tacarigua, 1934). La temática racial, junto a la exaltación de los héroes de la patria fue, sin embargo, impulsada con propósitos nacionalistas (contrarios a lo que postulaba el texto de Picón Salas) dos décadas después durante el período dictatorial del general Marcos Pérez Jiménez (1952–58). Este gobernante de facto hizo la encomienda de decoraciones alegóricas al pintor Pedro Centeno Vallenilla (el Palacio Federal y el Círculo Militar).
Siendo así, habrá que reconocer que, durante ese mismo periodo, a inicios de los cincuenta, el régimen dio libertad al arquitecto Carlos Raúl Villanueva para que la decoración de la Ciudad Universitaria pudiese ostentar obras artísticas vinculadas con las vanguardias modernas y específicamente con la abstracción geométrica; esto de acuerdo con las líneas funcionalistas de la misma arquitectura.