El artista Ramsés Noriega ofrece en este documento una perspectiva general de las formas del arte chicano, argumentando que este tipo de arte se fundamenta en conceptos de semejanzas y diferencias presentes en la comunidad donde emerge. El autor sostiene que en la comunidad chicana existe una diversidad cultural, la cual, a su vez, deviene en una estética reflejante de este pluralismo. Noriega sugiere que el principal conflicto en la cultura chicana actual posiblemente sea la contienda entre la ideología nacional/regional colectiva contra la perspectiva individual, y comenta las condiciones que llevaron a esta división perdurable aún. El autor ve el arte chicano como una “estética de los oprimidos”, puesto que, a pesar de las variaciones en su forma y sofisticación, todo el arte creado por los chicanos hasta ese punto era simple respuesta a esta opresión. Noriega desglosa la producción cultural chicana en categorías amplias y flexibles, entre las que incluye al arte popular, arte de los tatuajes/grafiti etc., arte político y las bellas artes, comentando la relación de cada una de ellas con la comunidad chicana, enfatizando los vínculos y las diferencias entre ellas. Finalmente, subraya la importancia del derecho de los artistas chicanos de hacer declaraciones personales a través de su trabajo y de no esconderse detrás de tales categorías.