Joshua Kind, autor del ensayo, declara que puede incluirse a Rafael Ferrer en la categoría de artistas contemporáneos interesados en la ingenuidad de formas estilo naïf. En los trabajos de ensamblaje, los cuales, a menudo y deliberadamente, suelen ser amorfos, rasgos del artista como la aprensión o el recelo quedan ocultas tanto al propio artífice como al público. No obstante, en las obras bidimensionales de Ferrer existe menos ambigüedad en cuanto al estilo, ya que parece ser naïf. El haber nacido en Puerto Rico, prosigue el autor, significa para el artista haber asimilado la conciencia cultural de Hispanoamérica —esto es, del Sur, del Centro y del Caribe—; un territorio marcado por la violencia psicológica e intelectual entre aquello que parece ser mítico y desposeído (o sea, lo autóctono americano), y el concepto de vida urbano, importado del Viejo Mundo. En el Caribe, de donde proviene Ferrer, ese parecer se complica a consecuencia de la herencia africana que se manifiesta entrelazándose tanto lo indígena como la influencia europea. El “primitivismo” de Ferrer, según lo denomina Kind, aparece marcado por un aire de triste realidad y de aspiraciones frustradas en su intento de ubicar el poder melancólico de la libertad en medio de la desesperanza.