Este artículo del curador y crítico venezolano Luis Enrique Pérez-Oramas (n. 1960) hace referencia a la exposición Art d'Amérique Latine 1911–1968 presentada en el Musée National d'Art Moderne, Centre Georges Pompidou (entre el 12 de noviembre de 1992 y el 11 de enero de 1993). La exhibición formó parte de una muestra itinerante auspiciada por el International Council del Museum of Modern Art (MoMA), previamente encomendada por la Comisaria de la Ciudad de Sevilla para 1992 como parte de las celebraciones del Quinto Centenario del Descubrimiento o, en esa ocasión, designada como el “Encuentro entre dos Mundos”. La exposición fue vista en Nueva York, Sevilla, París y Colonia.
En su versión original, la muestra fue ensamblada en gran formato bajo el título Artistas latinoamericanos del siglo XX / Latin American Artists of the Twentieth Century. A su llegada a Francia, la exhibición fue dividida en dos partes, con dos listas de obras y catálogos diferentes: Art d'Amerique Latine 1911–1968 en el Centro Georges Pompidou (la comentada por Pérez-Oramas en este artículo) y Ameriques Latines: Art contemporain, relegada al Hotel des Arts y la cual exhibió una selección mutilada de la producción artística más actual.
Las ideas expresadas por Pérez-Oramas en este artículo son parte de la corriente de pensamiento proveniente de críticos, curadores e investigadores de América Latina que, a partir de la década de los setenta, aproximadamente, disienten de las maneras, perspectivas y políticas de exhibición del arte latinoamericano en contextos internacionales. Dichas maneras, en general, solían resaltar las cualidades de un aparente exotismo formal del arte latinoamericano que despertaba interés tanto en los críticos como en el público de otras latitudes; o bien, perspectivas más audaces que mostraban afinidades formales y estéticas del arte latinoamericano en consonancia con aquellas del contexto internacional; por ello, las proposiciones específicas de artistas y tendencias latinoamericanas resultaban desleídas.
Pérez-Oramas va un paso más allá de la reafirmación de lo latinoamericano —como pretendida unidad e identidad significante— y reclama para la lectura del arte producido en la región el reconocimiento de la especificidad y las diferencias de proposiciones artísticas individuales y/o movimientos y corrientes estéticas concretas; amén de sus aportes, nacidos en el heterogéneo y complejo universo de las naciones que lo conforman. Dicha misión, agrega el crítico, sólo puede ser alcanzada desde la “condición americana” del pensamiento crítico.