En este artículo se da a conocer uno de los más antiguos fotógrafos de estudio de la Ciudad de México. El fotógrafo José P. Arriaga quien, en ese momento, tenía cincuenta años de edad. Se había iniciado como fotógrafo aficionado y, en menos de seis años, perfeccionó el arte en el uso de la cámara, dedicándose a ella de manera profesional. Las fotografías que se presentan en ese número de El Fotógrafo Mexicano, son dignas representantes del arte decimonónico de la época, pues reflejan a un sector de la clase media mexicana. Este nota enaltece la obra de ese “artista fotógrafo profesional y uno de los mejores con que cuenta esta República”. Además, con el artículo podemos conocer la manera en que se formaban los fotógrafos del siglo XIX, quienes acudían a estudios en el extranjero, en busca de conocimientos para mejorar su aprendizaje. Comenta el anónimo articulista: “…siempre examinando y haciendo experiencia, ha logrado dominar, si cabe la palabra, el bello arte de luz y sombra: la fotografía”. Indudablemente, es una pieza importante el artículo dedicado al fotógrafo Arriaga en el año de 1901, así como las fotografías que se encuentran publicadas en la revista. Son de su autoría y ninguna de las cuales ha llegado a nuestra historiografía de la fotografía mexicana.