A modo de prefacio, el ensayo “La raza cósmica”, escrito por el filósofo y político mexicano José Vasconcelos (1882−1959) —candidato presidencial derrotado en las elecciones de 1929— expresa la ideología inherente a una “nueva civilización” que tuviera como cuna el continente americano. El propio subtítulo del libro está impregnado de esa postura evangélica del autor que trasparece en la mayor parte de sus escritos: “misión de la raza iberoamericana”. El amor que profesa a niveles continentales, a su vez, se contrapone radicalmente a los valores antiespirituales que, por medio de la economía, el sometimiento y las invasiones, la cultura angloamericana despliega por el mundo.
Esencialmente, el libro del representante mexicano se compone de “Notas de viaje a la América del Sur”, realizado en 1922 por Brasil, Uruguay, Argentina y Chile. Con el parámetro de su país, levantándose de las cenizas de una revolución que duró más de una década, Vasconcelos ve con buenos ojos los ejemplos de desarrollo que observa a lo largo de su viaje en el sur del continente. En cierta medida, su filosofía procuró un “mestizaje”, aunque fuera al costo de la asimilación cultural de todos los grupos étnicos. Iniciado con la doctrina oficial positivista del Porfiriato, pasando a seguir por ideas pitagóricas y de “monismo estético”, la raza cósmica, eventualmente, vino a contribuir a estudios posteriores sobre los valores étnicos que operan como una ética, además de considerar las variantes étnicas como fuentes portadoras de estética. Tal sería su mayor aporte al problema identitario en América Latina.