“Mobiliario e indicialidad en la obra de Alicia Villarreal” del crítico de arte y curador Justo Pastor Mellado (n. 1949) fue escrito para el catálogo de la exposición El primer almácigo de la lengua, primera muestra individual de la artista y organizada por la Galería Gabriela Mistral (Santiago, 1997). Tres años antes había expuesto en este mismo espacio de forma colectiva con obra de la fotógrafa Julia Toro (n. 1933) en Fuera de caja. Villarreal trabajó con fotografías, fotocopias y cajas para generar pequeñas instalaciones [Para mayor información al respecto, véase en el Archivo Digital ICAA “El gran texto del mundo (y sus fragmentos di-versos)” (757328) de Adriana Valdés]. La exposición contó con apoyo del FONDART (Fondo Nacional de las Artes), un financiamiento estatal para proyectos al que se postulan los artistas anualmente en Chile.
Formada en la Pontificia Universidad Católica de Chile, Alicia Villareal (n. 1957) egresó con mención en Pintura pese a que la mayor parte de sus trabajos han sido las instalaciones. En 1984 viajó a Bélgica para perfeccionar sus estudios artísticos y regresó a Chile en 1989, integrándose a la escena nacional a finales de los ochenta.
El primer almácigo de la lengua incluía un par de instalaciones, una en cada sala de la galería. La primera, Laboratorio, consistió en cinco mesas, cuatro de ellas con cajas que contenían sellos de goma, tintas y cuadernos en blanco dispuestos para la participación de los espectadores en el montaje de sus propios libros. Los sellos llevaban inscritos fragmentos de textos e ilustraciones didácticas; por ejemplo, un dibujo de un caballo en diferentes versiones, de la misma imagen se lograban variaciones vía photoshop. Sobre la quinta mesa había dos cajas que proyectaban sobre el muro; una mostraba una cita de la poeta Gabriela Mistral (1889-1957): “Las lenguas son países reales, aunque carezcan de osadura geológica, son territorios invisibles” y la otra, imágenes similares a las de los sellos. La lengua materna fue la segunda instalación, contenía 250 libros troquelados con figuras de mobiliario escolar que Villarreal había utilizado en otros trabajos. Los libros fueron montados en el muro para resaltar el troquelado con el blanco del fondo, divididos en dos grandes bloques organizados por colores fríos y cálidos no seguían un patrón regular. Siguiendo sus reflexiones en torno a la lengua, la artista planteó la muestra como mímica de los procesos tanto de alfabetización como de uso del lenguaje.