La Primera Bienal Interamericana de Pintura y Grabado tuvo bastantes contradicciones. Primero, que el evento se llevó a cabo en un contexto de intensos debates estéticos y políticos. Además encontramos varias publicaciones en donde se anuncia una crisis en la pintura mexicana. (Ver: Antonio Rodríguez, “Se hunde la pintura en el vacío de lo mediocre”, Siempre! México, 1957; y Luis Cardoza y Aragón, “No hay crisis en la pintura, solo estancamiento”, México en la cultura, suplemento de Novedades, 29 diciembre 1957). Algunos pintores estaban bastante molestos por la injusta selección de la Bienal, la cual no había tomado en cuenta nuevas expresiones pictóricas de México. Motivo por el cual se percibía una falta de honestidad y seriedad en la organización del evento y, sobre todo, por la intromisión del Frente Nacional de Artes Plásticas. Éste, como lo mencionó Raúl Flores Guerrero, no sólo intentó imponer exclusivamente pintores pertenecientes a su grupo, sino a críticos identificados no con un conocimiento estético verdadero, sino con una convicción política. (Ver: Rosa Castro, “Juicios sobre la Bienal, los críticos, Antonio Rodríguez y Raúl Flores Guerrero”, México en la cultura, suplemento de Novedades, 29 junio 1958). Juan O’Gorman (1905-82) estaba muy enojado, pues él solamente había cumplido con una comisión y lo único que había recibido eran críticas; por ende, había tenido que renunciar a su participación en la Bienal.