La farsa está escrita en verso y consta de dos escenas, aunque nunca se publicó la segunda. La acción se desarrolla en la colonia Roma de la Ciudad de México, donde seis “rorros” se reúnen en la víspera del ocaso para rememorar la recepción que hicieron a la nave “Italia” en el puerto de Veracruz. Entre continuas alusiones a su homosexualidad, los “rorros” alaban la grandeza del arte italiano fascista, ajeno por completo a los “pintamonas” mexicanos. Al respecto, citan textualmente las palabras de Salvador Novo en rechazo a la cantaleta de los pintores sobre la burguesía y el proletariado. Tras una manifestación orgiástica, los “rorros” cantan el himno fascista y componen un himno propio. En éste exaltan a la gente educada y demandan la muerte de obreros, campesinos e indios. La “fama fachista”, especie de victoria alada, desciende a felicitarlos a nombre de Benito Mussolini, los corona con laureles y agradece el recibimiento del ejército mexicano a la nave “Italia”. No obstante, la “fama” percibe a distancia que el gobierno de Mussolini está a punto de caer por una insurrección popular y emprende el vuelo, mientras que los “rorros” se desmayan. 

Con motivo de la llegada al puerto de Veracruz de una delegación del gobierno de Benito Mussolini (1883-1945) a bordo de la nave "Italia", en agosto de 1924, el Partido Comunista de México desplegó una campaña contra el fascismo. Convocó a las organizaciones obreras y campesinas a unirse para formar un frente antifascista, iniciativa que no tuvo ningún eco en ese momento. Sólo tres años después el comunista italiano Vittorio Vidali (alias) Enea Sormenti, lograría fundar una modesta Liga Antifascista en México, con el apoyo de Tina Modotti (1896-1942) y otros migrantes. Pero, para 1924, el fascismo no había suscitado una reacción unánime en su contra, e incluso, algunas figuras públicas habían declarado su simpatía doctrinaria. De este modo, cuando representantes tanto del gobierno como de la comunidad intelectual y la prensa dieron la bienvenida a la nave "Italia", los únicos escandalizados fueron los comunistas. Alguno de los colaboradores de El Machete escribió una farsa para mofarse de ellos. Por su tono homófobo y por la asociación entre fascismo-reacción y homosexualidad, en ella se destaca, en contraposición, el binomio comunismo-virilidad.  Se ignora la autoría del texto. Sin embargo, éste crea una unidad con la caricatura que lo ilustra, atribuible, por razones estilísticas, a José Clemente Orozco (1883-1949). En ella, el único personaje fácilmente identificable es Salvador Novo (marcado con el número 3); sobre los otros cinco sólo cabe especular, aunque podría tratarse de escritores posteriormente ligados al grupo Los Contemporáneos y funcionarios públicos cuya homosexualidad era un secreto a voces. De cualquier modo, las preferencias sexuales de este grupo sólo eran motivo adicional de odio entre los pintores comunistas, quienes veían —en su elitismo europeizante y su desprecio tanto a las culturas nativas como a las clases populares— un escollo desafiante a la hegemonía ideológica del nacionalismo revolucionario.