Las Experiencias 1968 convocadas por el Instituto Torcuato Di Tella —a las que el historiador inglés John King definió como el “epítome de la experimentación y también de las tensiones del desarrollo cultural argentino a fines de los años ‘60”— constituyen, por todo lo que se condensa en ellas, un momento clave dentro del llamado itinerario del ‘68: el proceso de radicalización de la vanguardia artística argentina. Ese año, en el mayor acontecimiento anual de la vanguardia bonaerense se expresa, en primer lugar, una puesta en límite de la experimentación por la que transitaban las diversas tendencias. En segundo lugar, la creciente radicalización política de muchos de estos artistas se manifiesta tanto en algunos de sus planteos artísticos como en modos de intervención generados a partir de la censura. En tercer lugar, se desencadena entonces la estruendosa ruptura de la vanguardia con la institución más importante del circuito que la albergaba, el ITDT.
Ante la convocatoria, Pablo Suárez —uno de los artistas invitados a participar— optó por llevar a cabo una acción en los márgenes de la institución patrocinante. Inicialmente, había proyectado montar una oficina de información y crítica de las demás experiencias; pero. finalmente, optó por reemplazar esa propuesta por otra. Entregó al público, instalado en la vereda lindante al acceso al instituto, miles de copias de una carta dirigida al director, Jorge Romero Brest, mediante la cual renunciaba a participar de las Experiencias. Mandó imprimir una tirada de 25.000 ejemplares de la carta, y no sólo la repartió él mismo en la entrada del Instituto durante los días que duró la muestra; también recurrió a sus contactos con el gremio de los canillitas [vendedores de periódicos], a través de los cuales consiguió que la carta se entregara junto con diarios y revistas, en los kioscos de la propia calle Florida donde el ITDT se localizaba.