En este artículo se hace un análisis de las fotografías exhibidas por Emilio Amero en la Galería de Arte Moderno (GAM), dependiente de la Dirección de Acción Educativa del Departamento del Distrito Federal. De autor anónimo, aunque muy versado en el arte fotográfico, el relato comenta la formación de Amero como pintor, cineasta y en su entonces nueva faceta de fotógrafo, la cual es retroalimentada por los bagajes anteriores. La muestra consistía en 30 fotografías que, al decir del autor, presentan un tipo de estética opuesto a la acostumbrada de Edward Weston, Tina Modotti o Manuel Álvarez Bravo. A juicio del articulista, la obra de Amero ordena la imagen de acuerdo a un artista moderno, con juegos delicados de líneas, equilibrios, sombras, masas, entre otros recursos de la cámara. Encuentra los aciertos mayores en aquellas obras realizadas con múltiples exposiciones, las cuales bien pueden provenir de su experiencia en el cine. Hay, además, aquellas de cristales, planos inclinados o superposiciones que parecen ser las más logradas. Encuentra, incluso, que seguramente a pocos les gustarán las tomas de Amero, — sobre todo aquellos que no son los aficionados y especialistas acostumbrados a la estética del “fotógrafo californiano”, como llama a Weston. Finalmente, el articulista invita al foto-autor a que relate más la vida en México, sus aspectos internos desde una óptica universal y de un “nacionalismo de expansión’, como él lo llama. Cierra su ejercicio crítico alabando el trabajo de Amero, quien, en su opinión, aporta un nuevo valor a la estética mexicana. Además, considera que ese tipo de investigaciones plásticas son las que encuentran nuevas formas expresivas en el arte, aportando, así, nuevas formas y planteamientos al arte del país.