De interés estrictamente local, artículos como este ofrecen una visión panorámica en torno a una escena específica, en el caso venezolano ilumina respecto al medio artístico nacional: tanto artistas que despuntaban en las nuevas generaciones como “consagrados” y personalidades que ejercían un poder considerable en la toma de decisiones. Por el análisis tanto de aquellas personalidades que otorgan los premios como las que ofician como jurado, se puede constatar que las instituciones culturales estaban en manos de protagonistas sobresalientes de la primera modernidad venezolana cuya tarea central fue la creación de un imaginario identitario nacional basado en el paisaje y sus habitantes ideales. En esos años cincuenta se da el choque del que emerge la abstracción geométrica en los años siguientes, así como los lazos uniendo ambas corrientes; la paisajística construyendo el escenario ideal, casi edénico, donde habría de construirse el país moderno con el que todos los venezolanos (y los artistas abstracto-geométricos a la cabeza) soñaron entonces. Protagonistas de esa primera modernidad como Arturo Uslar Pietri en la literatura y Alfredo Boulton en la fotografía son los mismos que premian entonces a los futuros abstractos y cinéticos, algo significativo de los lazos que los unen a los artistas y a sus obras.
Otro aspecto que destaca esta corta reseña periodística es el de la pequeñez del medio artístico venezolano de la década de cincuenta donde un puñado de familias dominan la escena artística nacional. Basta constatar la repetición de apellidos de quienes otorgan premiaciones como de los que sirven de jurado e, irónicamente, de artistas, que integran esas familias o están vinculados a ellas. Los Zuloaga, los Brandt otrogan premios, son jurados y artistas. Los Boulton, los Pietri, los Vollmer, están emparentados y son amigos cercanos de los Rohl, etcétera.
Es pertinente hacer una referencia a las tensiones que el joven Cruz-Diez vive entonces si observamos que obtiene este premio con un “minucioso paisaje” solo dos años antes de iniciar en 1954 sus primeras experiencias abstractas y cuando sus compañeros de estudio inician sus ensayos de integración a la arquitectura vía piezas abstracto-geométricas en la Universidad Central de Venezuela. Tales tensiones internas son ignoradas en el artículo por lo que se constata un medio dominado por paisajística heredera de la primera mitad del siglo XX; dicho sea de paso, practicada tanto por una parte de los jurados (Manuel Cabré, Pedro Ángel González y Rafael Ramón González entre otros) como por artistas premiados (Carlos Cruz-Diez y Elisa Elvira Zuloaga).