Fernando Álvarez Cozzi (n. 1953) es uno de los fundadores del Núcleo Uruguayo de Video-Arte (1988), aunque sus experiencias con estos nuevos medios datan de principios de la década de los ochenta. En el artículo “Concepto, soporte y acción”, Álvarez Cozzi busca discernir tales categorías a partir de una crítica de la tecnología (soporte) como elemento determinante del marco teórico en el cine y el video-arte. En consecuencia, otorga a la forma de articular las imágenes la primacía como eje conceptual, independientemente del soporte utilizado; una postura que lo lleva a distinguir dos “formas” fundamentales: la “narrativa” y la “poética”, como extremos de un lenguaje que puede valerse de ambas. Si bien Álvarez Cozzi pretende que la categoría “poética” se base estrictamente en una determinada estructura formal de la sucesión de imágenes (sin que eso suponga un juicio estético), lo cierto es que en ese lenguaje no-narrativo en sentido lineal que prosperó en los años ochenta en Uruguay había implícita una o varias “estéticas”. Estas tendían a reivindicar la experiencia individual, lo subjetivo trascendente (como experiencia incluso generacional), rechazando así los postulados de un arte político y más aún el legado cultural hipercrítico de la generación literaria llamada “del ‘45”.
Esto dicho sin desmedro de que, en el texto de Álvarez Cozzi, aflore una preocupación ética, cuando se pregunta, por ejemplo, si es posible hacer arte desde posiciones independientes de aquellos condicionamientos del mercado; o bien cuando expresa su rechazo a la frivolidad en el uso de los nuevos medios. No obstante, se muestra proclive a la actualización tecnológica en el video-arte. En uno de sus párrafos incurre en un lapsus al escribir: “En 1982 […] recién salidos de la dictadura […]”, pues de la dictadura se sale recién en 1985. Es interesante ese lapsus porque denota la importancia que tuvo en el estado anímico de la población uruguaya —y especialmente de los jóvenes— la derrota que se le infligió al autoritarismo con el plebiscito de 1980. En esos comicios, casi el 70% de la ciudadanía rechazó una reforma constitucional que pretendía perpetuar a la dictadura militar en el poder. Este hecho descomprimió en buena medida la situación política y abrió la posibilidad de una salida democrática, lo cual generó también una mayor apertura y asunción de riesgos en el campo de las prácticas culturales.