El 30 de junio de 1905, se fundó en Montevideo el Círculo Fomento de las Bellas Artes (C.F.B.A.) utilizando la sede de la Unión Industrial Uruguaya para la asamblea inaugural. Décadas después, en 1943, sobre la organización docente y administrativa del Círculo, se crea la Escuela Nacional de Bellas Artes. El pintor Carlos María Herrera (1875−1914) dirigió durante ocho años la escuela del C.F.B.A. respondiendo a necesidades de formación artística y técnica en la industria y construcción: carpintería, herrería, yesería, dibujo técnico, técnicas gráficas de publicidad, etc. El objetivo de la institución era la formación de artistas alineados con los criterios estéticos del modernismo europeo propugnando, en la enseñanza, el abandono de modelos en yeso y la utilización de modelos autóctonos: flora y fauna. Este proceso tiene su momento más significativo en los años veinte, cuando, bajo el magisterio de los pintores Guillermo Laborde (1886−1940) y Domigo Bazurro (1886−1962) se desarrolla una pintura en base a la temática del paisaje y del retrato que, por sus características formales y cromáticas, se dio en llamar “escuela planista”. En el documento, se expone el descontento ante las medidas económicas internas que la institución se ha visto obligada a realizar, atentando contra la democratización de la enseñanza artística y convirtiéndola en un privilegio de las clases adineradas. Se incita al alumnado a la lucha contra privilegios de una clase social que resulta ser “incapaz de resolver actualmente los problemas de las grandes masas populares”.