Dos años después del golpe de Estado de Gabriel Terra (31 de marzo de 1933) se crea en Montevideo la UAPU (Unión de Artistas Plásticos del Uruguay, 4 de abril de 1935) a la que adhieren casi cien artistas a finales de ese año. La organización no tiene perfil ideológico y se plantea como vocera de los artistas ante el gobierno, solicitando una serie de reivindicaciones que buscan mayor visibilidad social de sus prácticas así como una mayor participación tanto en los jurados de certámenes artísticos como en las oportunidades de arte público (esculturas, murales, etc.) propiciadas por el Estado.
La información aportada es de fuentes primarias ya que se manejaron los originales de las actas de la UAPU, aunque las razones de su corta vida expuestas en este artículo corren por cuenta del autor. Es probable que la heterogeneidad de perfiles ideológicos entre sus integrantes, además de la disparidad de intereses personales que los llevó a unirse en esa asociación, fueran los factores determinantes de la división interna. Esta tuvo lugar cuando el gobierno creó la Comisión Nacional de Bellas Artes [véase en el archivo digital ICAA del Poder Ejecutivo, Montevideo, Uruguay, “Decreto del P.E. que instituye la Comisión Nacional de Bellas Artes” (doc. no. 1186589)] y designó los jurados correspondientes al Primer Salón Nacional [consulte de Atahualpa del Cioppo “El jurado designado por la Comisión Nacional de Bellas Artes no contempla las aspiraciones de los plásticos” (doc. no. 1225373)].
Debe señalarse la presencia de Joaquín Torres García como presidente de la Asamblea General de la UAPU en los momentos iniciales de la agremiación, un hecho contradictorio con las frecuentes declaraciones de este maestro en el sentido de considerar burocráticas y ajenas a la verdadera índole social del artista ese tipo de convocatorias. No hay que olvidar que en 1934 JTG visita al presidente Terra y le solicita un subsidio para su proyecto, tributo que le será concedido por el Ministerio de Instrucción Pública con vigencia hasta entrada la década de los cuarenta. Posiblemente, esa dependencia económica gubernamental que el propio JTG se propuso, recién llegado al Uruguay, haya sido factor decisivo en sus contradictorias actitudes frente a las iniciativas grupales tomadas por los artistas, así como su ambiguo posicionamiento a la hora de plantear reivindicaciones corporativas al Poder Ejecutivo. Si bien no conocemos la fuente que avala la cita final del artículo —con una carta de JTG al Ministerio tratando de tomar distancia de los organizadores del Salón Independiente [consulte del Ateneo de Montevideo “1er Salón Independiente de Artes Plásticas [agosto 1937]” (doc. no. 1186701)]—, el espíritu de esa nota es coherente con la doble conducta que lo caracterizó en ese período inicial [vea de Joaquín Aroztegui “1er Salón Independiente, la UAPU y la CNBA” (doc. no. 1198061)].