El texto del crítico Roberto Guevara (1933–98) sobre las obras bidimensionales de la artista Marietta Berman (1917–90), exhibidas en 1986, en el Museo de Bellas Artes de Caracas, ofrece la posibilidad de un enfoque considerable a su producción; en principio, con algunos rudimentos de la historia del arte y de sus técnicas tradicionales. Con auxilio del discurso poético, Guevara permite al lector desarrollar cierta empatía con el lenguaje de Berman. Sugiere, de manera discreta, los componentes plásticos esenciales de su trabajo y permite rehacer en el imaginario del lector tales elementos. Uno de los principales aportes del texto es que vincula la construcción del discurso del crítico con el de la artista: se lee el texto como pudiera leerse la obra. Guevara se plantea interrogantes que cualquier observador de las piezas pudiera hacerse; por ejemplo, se cuestionan las posibilidades de tridimensionalidad aparente de un objeto que, en su realidad matérica, sólo cuenta con dos dimensiones, o bien la proyección más allá del soporte que aporta la luz. Finalmente, Guevara subraya la importancia de la constante experimentación, y cómo cobran mayor valor las piezas de 1986 de Berman quien “quiere lanzarnos por la vertiente de un universo en permanente gestación, tan parecido a nuestra infinita insatisfacción”. La artista venezolana de origen checoslovaco, que a lo largo de su carrera exploró de manera intensa el espacio (tanto el cósmico como el religioso o ritual, e inclusive el espacio mágico e irreal), experimenta aquí con planos casi intangibles gracias a la iluminación especial y al movimiento. Trátase de una experiencia experimental realizada en la década de los ochenta y expuesta por primera vez en 1985 en la III Bienal de Artes Visuales (Museo de Barquisimeto, estado Lara).