El texto del curador y crítico de arte Luis Ángel Duque (n. 1954) posee el valor de establecer conexiones históricas entre el arte de los sesenta y el de los noventa en Venezuela, puesto que ubica en el país la gesta de los hipermedios en los discursos visuales generados por los fotógrafos Paolo Gasparini y Daniel González, así como también la obra mass-mediática de Renny Ottolina. Los primeros documentaron (vía fotografía en blanco y negro) la Venezuela del momento, y el último estrenó nuevos efectos de la tecnología de la imagen, opción de la cual se apropiaron los video-artistas que irrumpirían años después. Duque señala la importancia de las obras de Roberto Obregón y Claudio Perna durante la década de los setenta, y la exhibición Arte de Video (Caracas: Museo de Arte Contemporáneo, 1975), donde se mostraron artistas de cuño internacional como Ed Enshwiller, Dennis Oppenheim, Charlotte Moorman y Nam June Paik. En la década de los ochenta, el autor señala la participación de los venezolanos Leonor Arráiz, Sammy Cucher y Nela Ochoa, entre otros, productores de obras hipermediáticas en cintas, instalaciones y video escultura. Todo esto sienta las bases de lo que sería el panorama imperante de las artes durante los noventa en Venezuela, época en la que se insertan los participantes en la VI Bienal de Artes Visuales Christian Dior.