Este texto fue escrito por Juan Loyola (1952–99) sobre una pieza de cartón —supuestamente un “abanico”— impresa con los colores de la bandera venezolana. El artista de medios mixtos (dibujo, pintura, ensamblajes, performance y video) empleó, en muchas ocasiones, la bandera nacional como vehículo de expresión y protesta. Fue algo esencial a su lenguaje plástico durante los últimos años de su vida dirigida hacia el rescate tanto de los símbolos patrios como de un nacionalismo no exento de polémica. A ello Loyola sumaba el performance con el que irrumpía a modo de crítica en espacios o en eventos de cierta pompa y solemnidad. En algún momento, el artista fue detenido por lo que se consideró como uso irreverente de los símbolos nacionales.
El “abanico” fue repartido por él a los espectadores circunstanciales de un performance realizado a las puertas de los Tribunales de Justicia de Caracas (14 de mayo de 1990) con siete estudiantes de la Escuela de Artes Plásticas “Cristóbal Rojas”. Vestidos de blanco, simbolizando las estrellas de la bandera venezolana, rasgaron bolsas llenas de pintura con los colores patrios, las cuales volcaron sobre el piso. Posteriormente se revolcaron, mientras Loyola arengaba en favor del rescate de la justicia y la dignidad. El trasfondo de esta intervención fue el escándalo que produjo el escape del país del exministro de Transporte y Comunicaciones, Vinicio Carrera, a la sazón beneficiado de libertad temporal por un habeas corpus decretado por un tribunal del país. Huyó cuando era juzgado por corrupción; su imagen aparece en una de las caras del abanico.
Parte de esta acción —conjuntamente con otros de sus trabajos e intervenciones— puede verse en el video Asalto por Dignidad a los Tribunales de Justicia y a las Oficinas del Congreso Nacional de la República de Venezuela. Esta obra le propició recibir la medalla de oro de la ciudad de Bruselas (Bélgica) y mención especial del Festival de Cine y Video en esa ciudad europea.