Con este ensayo, el crítico, pedagogo e investigador Francisco Da Antonio (n. 1930) ha revelado cuán importante resulta —para la vasta comprensión del arte de una pintora ingenua como la venezolana Elsa Morales (1946–2007)— el conocer de cerca sus tribulaciones diarias, ideas o pensamientos, y ansias de sobreponerse para una persona de extracto rural a las más adversas circunstancias enfrentadas en la inhóspita capital. El descubrimiento y temprana valoración de la sensibilidad de esta pintora por parte del autor es ratificado por otros críticos como Perán Erminy y Juan Calzadilla. Sin ninguna formación académica, tanto en artes plásticas como escolaridad común, Morales logró, por primera vez, alejar de la imagen preconcebida del arte popular la idílica representación del entorno natural o social en el campo para aventurarse en temas crudos, aquellos que son propios de la vida marginal: la represión policial, la lucha política, la miseria, aunque también desavenencias conyugales, amor, naturaleza muerta y desnudos. El crítico Da Antonio reseña las adquisiciones técnicas (del soporte de cartón piedra al lienzo, del óleo al acrílico), paralelas a un creciente cuño poético con pleno dominio de la expresión visual y verbal. El mérito del texto es que ofrece una visión amplia y crítica, puntual, de la singular trayectoria de una artista popular cuyo logro mayor fue mantener su espíritu de rebeldía hasta el final de sus días.