Este es el comentario del poeta Ricardo Peña a la muestra individual de Ricardo Grau en el Instituto de Música Bach de Lima (Perú).
El autor del presente artículo, Ricardo Peña, es uno de los más destacados poetas de la vanguardista generación peruana de la década de 1930, a la que también pertenecieron su hermano Enrique, Martín Adán, Emilio A. Westphalen, César Moro y Carlos Oquendo de Amat. Incursionó, además, en el campo de la pintura, exponiendo en Lima, Río de Janeiro, París, Nueva York y Viña del Mar. Su filiación vanguardista le permitió el acercamiento formalista a la obra de Sabogal, a diferencia de los ejes temáticos de intereses críticos afines al indigenismo.
A inicios de 1937, el pintor Ricardo Grau retornó definitivamente a Lima. Había nacido en 1907 en Burdeos, Francia, por lo cual realizó un intenso aprendizaje en Europa, tanto en la École Royale de Beaux-Arts (Bruselas, Bélgica) como en la parisina École Supérieure de Beaux-Arts, además de participar en talleres privados de André Favory, André Lhote y Fernand Léger, entre otros. Una figuración de sesgo conservador con sólida base técnica caracterizó su obra dentro del rappel à l’ordre de la postguerra francesa. En el medio limeño, por otra parte, tal comprensión formalista y cosmopolita de la pintura, pese a sus tímidos recursos vanguardistas, fue vista como un antídoto contra el indigenismo impulsado por José Sabogal desde la ENBA (Escuela Nacional de Bellas Artes). Instalado en la capital peruana, se destacó en el I Salón de Independientes, una muestra que otorgaba presencia pública a la oposición contra el indigenismo sabogalino, por vez primera. La muestra presentaba una heterogénea agrupación de artistas que, sin intenciones programáticas, buscaba articular un espacio alternativo a la hegemonía impuesta desde la ENBA. Poco después, Grau expresó directamente sus críticas contra el indigenismo, por la Exposición Interamericana de Pintura Chilena, que a inicios de junio (1937) presentó en Lima un conjunto de obras dominado por los lineamientos de la llamada École de Paris. Con su primera individual (realizada al mes siguiente), Grau hizo la confirmación de su protagonismo en un movimiento de renovación de la escena local. Si bien Carlos Raygada (1898–1953) —el único intelectual con una labor sostenida de crítica de arte local— ensayó una lectura formalista de la muestra, críticos radicales del indigenismo tales como Luis Fernández Prada (1917–73) vieron en ella una auténtica puesta al día con los desarrollos artísticos internacionales. En efecto, el compromiso de Grau con la “pintura pura” era un serio cuestionamiento a las restricciones temáticas y a la crudeza técnica de aquella “Escuela Peruana” de pintura que buscaban articular los indigenistas. Debido a ello, un comentarista oculto bajo las iniciales C. M. (¿César Moro?) señaló a Grau como el principal representante de la plástica en su país, cuya comprensión austera y formalista de la pintura se revelaba auténticamente moderna, opuesta al sentido externo y decorativo de las obras indigenistas. Las iniciales pueden ser también las del pintor Carlos More (1904–44), quien, años antes, ya había levantado cuestionamientos contra el grupo de Sabogal.