Entre 1965 y 1970 en el Perú se desarrolló una intensa secuencia de movimientos de vanguardia en sintonía con los centros artísticos internacionales. Fue fundamental la labor crítica y teórica de Juan Acha (1916–95), quien alentó las propuestas renovadoras desde su columna en el diario capitalino El Comercio. A él se sumaron otros comentaristas, entre ellos Edgardo Pérez Luna, escritor con trayectoria como periodista cultural desde la década anterior. Este último fue uno de los primeros defensores de la labor del Grupo Señal (1965–1966), integrado por Luis Arias Vera (n. 1931), Emilio Hernández Saavedra (n. 1940), José Tang (1941–2006), Armando Varela (n. 1933) y Jaime Dávila (n. 1937). Su primera exposición tuvo lugar en 1965, en la Galería Solisol, dirigida por el pintor César Pereira. Un año después, hubo una segunda muestra en las salas del IAC limeño. En 1966, con la participación de otro grupo de creadores, los miembros de Señal se reagrupan en el colectivo Arte Nuevo —creado en respuesta al Festival Americano de Pintura de ese mismo año— fortaleciendo, así, la vanguardia cosmopolita peruana de los sesenta.
Tras haber sido integrantes del Grupo Señal, formaron el colectivo Arte Nuevo: Arias Vera, Gloria Gómez-Sánchez (1921–2007), Teresa Burga (n. 1935), Dávila, Víctor Delfín (n. 1927), Hernández Saavedra, Tang, Varela y Luis Zevallos Hetzel (n. 1933). Inicialmente, montaron sus obras en una abandonada tienda de avisos luminosos ubicada en el centro histórico de Lima —a escasos metros de la Plaza Mayor y el Palacio de Gobierno—, transformándola en la improvisada galería El ombligo de Adán. Esta muestra, con un despliegue mayor de Pop Art, Op y de “ambientaciones”, fue clave para las nuevas tendencias artísticas por desarrollarse en el Perú, sobre todo, en su enfrentamiento con el llamado arte “tradicional”.