Este artículo de Miguel González (n. 1950) es parte de un conjunto de críticas que algunos intelectuales colombianos escribieron luego de que el libro Anotaciones políticas sobre la pintura colombiana [véase doc. no. 1129326] saliera a la luz pública en septiembre de 1975. Impreso por Bandera Roja (editorial del MOIR), el volumen recoge varios artículos de la artista y militante Clemencia Lucena (1945–83), publicados en periódicos de circulación tales como El Tiempo (Bogotá), El Pueblo (Cali) y Vanguardia Liberal (Bucaramanga). González, el crítico de arte más relevante de Cali de aquellos años, se va, lastra en ristre, contra Lucena apenas un mes después del lanzamiento del libro. El crítico caleño, defensor e impulsor de propuestas artísticas de vanguardia y al margen de “lo oficial”, como las de Ciudad Solar —casa cultural que funcionó en Cali al margen de la cultura oficial durante los primeros años de la década de los setenta—, disiente del tono dogmático y excluyente que Lucena propone no sólo a través de sus pinturas, sino a través de sus diversos textos críticos que tuvieron resonancia nacional. Lucena, como militante del MOIR, fue incorporando a través de los años los planteamientos políticos y artísticos de la línea comunista china, lineamiento maoísta que se hace evidente en todo el libro, pero sobretodo en la primera parte donde la escritora realiza una reseña crítica de la pintura en Colombia, encontrando, a su juicio, muy pocos ejemplos de un arte progresista. Para la época, 1975, Lucena se ha enfilado por el realismo socialista y, efectivamente, según señala González en el artículo, sus pinturas son una réplica de las propagandas y carteles maoístas; los cuales, evidentemente, falsean la realidad de la clase obrera colombiana que la artista pretende ilustrar.
Además de éste artículo de Miguel González, aparecieron otros del crítico Álvaro Medina y de la poetisa María Mercedes Carranza (ambos en El Estravagario, Suplemento Dominical de El Pueblo); hubo, además, uno sin firma en Voz proletaria.