La artista mexicana radicada en Colombia, María Antonieta Pellicer de Vallejo estableció, al finalizar la década de cincuenta en su residencia de arquitectura modernista, del barrio Laureles de Medellín, una suerte de centro cultural informal que se conoció como “El Jardín del Arte”.
Al frente de la amplia residencia de grandes ventanales estaba la Iglesia de Santa Teresita. De tres niveles y dotada de un gran jardín con piscina, allí, Pellicer, conocida como “la madraza”, acumuló una colección de arte (desde esculturas en bronce hasta objetos de plástico), presentó exposiciones, ejerció el mecenazgo y buscó fomentar el encuentro de artistas e intelectuales. Contaba con un mural hiperrealista con figuras masculinas desnudas, diversas obras de pintores y una colección de esculturas del artista colombiano José Horacio Betancur (1918-57), a quien apoyó económicamente. Las estrafalarias fiestas que organizó, en la que participaban artistas e integrantes de la alta sociedad, despertaron las críticas del párroco de la iglesia vecina, quien excomulgó a los participantes. Con motivo de las fiestas no faltaron las pedreas a los ventanales y la intervención policial. A la postre, y tras la muerte de Pellicer, la casa fue paulatinamente saqueada hasta que finalmente fue demolida.
El documento ofrece una reconstrucción de la historia de este informal centro cultural, que combinó el mecenazgo con la bohemia, en una ciudad marcada por la prosperidad económica y cuyas fuerzas dominantes (de fuerte arraigo católico) practicaban una doble moral.
Maryluz Vallejo Mejía se desempeña en la actualidad como profesora de periodismo de la Pontificia Universidad Javeriana. Es la autora del libro A plomo herido: Una crónica del periodismo en Colombia -1880-1980.