El artículo de 1859 del pintor peruano Francisco Laso sobre la historia de la arquitectura, escultura y pintura peruanas es fundamentalmente una crítica sobre la falta de apoyo a los artistas del país. Laso declara que la inferioridad de la producción artística peruana, en comparación con la de otras naciones, puede atribuirse a la historia de la conquista española y a la negativa de los gobiernos constituidos tras la independencia a ejercer como mecenas o a fomentar el desarrollo del arte como parte sustancial de los cimientos de una nación moderna. Laso relata también la historia de la producción artística de Perú anterior a la conquista española y hasta la década de 1850. En ella, resalta la indispensabilidad de las artes en cualquier civilización, y explica que tan pronto se satisfacen las necesidades básicas de la vida, las culturas vuelven su atención a la construcción de esculturas dedicadas a sus dioses y a la edificación de chozas y cabañas que forman las bases de la arquitectura. No obstante, para Laso la pintura representa el mayor logro artístico de una civilización avanzada, hecho que con el tiempo se habría tornado una práctica de los incas si no hubiesen sido conquistados y subyugados por los españoles. Laso sostiene que la inca todavía era una joven civilización al ser conquistada, y que solamente había logrado construcciones arquitectónicas poco significativas (creía que la cantería de Cusco formaba parte de los restos de una civilización anterior a la inca). Aún así, Laso elogia los huacos incas, que eran vasijas metálicas o de arcilla con forma de animales, plantas y figuras humanas. Tras la llegada de Pizarro y la conquista española del Perú, las catedrales y los monasterios construidos por los españoles, junto con las pinturas europeas importadas de santos, constituían las únicas modalidades artísticas presentes en el país, según el autor. A los indígenas peruanos se les enseñó a imitar los estilos pictóricos españoles y con el respaldo de los conventos pudieron realizar sus prácticas artísticas y artesanas. Según Laso, las vidas de estas personas eran preferibles a las del resto de sus contemporáneos, ya que la profesión y la destreza de los artistas no contaba con especial relevancia en la sociedad peruana. Laso asegura también que, a pesar de la conveniencia del estado independiente de Perú con respecto a su anterior estatus colonial, los posteriores gobiernos fracasaron en el deber de enriquecer y hacer prosperar al conjunto del nuevo país al invertir sus medios económicos en aventuras militares, y ejercer poca voluntad y esfuerzo en el fomento de la industria y las artes. Laso finaliza desaconsejando a los jóvenes peruanos a seguir una profesión artística en el país.