El llamado Grupo Oficina, u Oficina de Arte, tuvo escasa duración (1964−66) operando en Belo Horizonte, la capital de Minas Gerais. Fue responsable de la renovación del arte en la región, la cual se había visto estancada en la década de los sesenta por el predominio de la estética que forja la Escola Guignard —un academismo conservador apuntalado en el reconocimiento oficial con el que contaba el pintor y grabador Alberto da Veiga Guignard (1896−1962). El grupo mencionado lo componen los siguientes artistas: Paulo Laender, Lotus Lobo, Lúcio Weick, Klara Kaiser, Roberto Vieira y Nívea Bracher. Tiempo después, el único que descolla del conjunto será Lotus Lobo, quien hace una notable aportación a la litografía, tras apropiarse de piedras matrices antiguas con marcas de productos comerciales que luego readaptará en su obra.
Frederico [de] Morais (n. 1936) es una de las personalidades marcantes de la crítica de arte en el Brasil. Inicia sus actividades críticas, inicialmente vinculado al cine en Belo Horizonte, con materias culturales en varios periódicos de esa ciudad, desde entonces adoptando una actitud en defensa de las manifestaciones no convencionales del arte y el cuño experimental de las vanguardias. Hacia 1967 se muda a Río de Janeiro, donde, como periodista, fue crítico de arte durante años, tanto en el Diário de Notícias como en O Globo, ambas en Río de Janeiro. Fue uno de los críticos “comprometidos” más actuantes en las décadas de los sesenta y setenta, habiendo apoyado diversos movimientos y exposiciones de vanguardia de aquella época, además de fungir como curador en ellas.
Como lectura complementaria a este texto —en la cual Morais sustenta que el grabado semeja un último refugio en las artes plásticas ante el surgimiento de las nuevas vanguardias a lo largo de la década de los sesenta— véase “A gravura brasileira: os años 60/70” [doc. no. 1110706].