En Venezuela, luego de su creación en 1979, el TAGA recibía fondos del Conac y del Hipódromo. A finales de los ochenta, el Hipódromo dejó de dar su aporte, por lo que se inicia la crisis mencionada en el artículo de la periodista Aliana González (n. 1963). La creación de la figura de los “miembros benefactores” no fue suficiente, ameritando la intervención del ministro de Cultura, José Antonio Abreu. La venta de obras reseñada en el artículo fue la segunda (la primera se había realizado quince días antes, según su comentario periodístico). Actualmente se puede añadir que, más que proporcionar una solución financiera, representó un gesto de apoyo por parte de los artistas al TAGA. El artículo remite entonces a una sociedad que procura mantener a flote una institución necesaria, operando desde dos de sus principales estrados: los intelectuales (en este caso artistas grabadores, y principales afectados con la crisis del TAGA) que con su gesto señalan la importancia del Taller, y el Estado, que asume la responsabilidad de mantener este espacio de trabajo e investigación. La prensa, por su parte, se ocupó de difundir la crisis del TAGA y de darle seguimiento a una solución.
Respecto al TAGA, consulte el artículo de la crítica Bélgica Rodríguez “El TAGA: un sueño de verdad” [1068980].