Este documento resulta pertinente al aproximarse a la figura del fotógrafo colombiano Luis Benito Ramos (Guasca-Cundinamarca, 1899 - Bogotá, 1955), la relación de su procedencia con su obra señalando características propias de su práctica y subrayando los innovadores procedimientos conceptuales utilizados en su producción. Estos ratifican su papel, junto a figuras como Melitón Rodríguez (Medellín-Antioquia, 1871-1942), Juan Nepomucemo Gómez (¿-?) y Leo Matiz (Aracataca-Magdalena, 1917 - Bogotá, 1998) [Ver:“Leo Matiz”, Código de registro No. 0781-UA], como un pionero de la fotografía documental en Colombia.
El origen humilde de Ramos se ve reflejado en su obra, en la cual desarrolla un reconocimiento de lo que le es “propio”, generando desde allí un quiebre con las propuestas visuales de la época centradas en diferentes eventos oficiales, religiosos y deportivos. Ramos introdujo mediante el foto-reportaje un acercamiento a la cultura popular, [Ver: “Tipos boyacenses”, Código de registro No. 0159-UA], fotografías como Vendedora Ambulante (1934) y Los Gamines (1934) se verán en medios de difusión en la década del treinta como las revistas Pan, Estampa, El Gráfico o Cromos; una alternativa a las narrativas hegemónicas tradicionales cuyas temáticas no reconocieron en su momento, la gente común como objeto digno de ser fotografiado.
Ramos articula su practica al fusionar el periodismo con la fotografía, para concebir y publicar regularmente reportajes fotográficos diseñados desde una dimensión humana hacia lo periodístico, buscando generar curiosidad en cómo se ve y se entiende el mundo a través de un instante. Tal como afirma Álvaro Medina (Barranquilla – Atlántico, 1942- ) este fotógrafo “no aspiró a lo complejo ni a lo grandioso, sino a lo grave y a lo sencillo” para desde allí restaurar la realidad.
A su vez, vale la pena señalar que este texto hace referencia a la desaparición del archivo de Ramos en el año de 1955 y al álbum de Magdalena Acosta (¿-?), sobrina en segundo grado del fotógrafo, el cual contiene trescientos cincuenta contactos de tamaño cuatro veces mayor a los actuales. Hoy en día esta selección se constituye como la única obra significativa del fotógrafo, al contener trabajos como La Hilandera y Los Gamines publicadas en la revista Pan y el diario El Tiempo en el año 1938.