El texto “Anatomía de un Método” del pintor y dibujante colombiano Samuel Montealegre (n. 1940) fue realizado para acompañar la exposición de esculturas de Eduardo Ramírez Villamizar (1922–2004), en 1976, durante la XXXVII Bienal de Venecia. Montealegre fue designado Comisario para Colombia en esa edición veneciana y escogió a Ramírez Villamizar como único representante del país. Con ese compromiso mutuo, el artista se dedicó a construir 6 esculturas abstractas de gran formato exclusivamente para la muestra. Montealegre tuvo la posibilidad de visitar regularmente el taller de Ramírez y presenciar el proceso de construcción de las obras. Las esculturas eran en metal pintado con colores uniformes: rojo, negro y blanco. Además, la horizontalidad era la característica principal de ellas; sus medidas eran aproximadamente de 2 metros de ancho por 40 cm de altura y de profundidad. Vale la pena mencionar que esta era la primera vez que Ramírez trabajaba ese tipo de formato y, según Montealegre, esta característica de las obras surgió a lo largo de su proceso de construcción; no fue premeditada. Esta situación fue probablemente lo que llevó a Montealegre a escribir un texto cuyo interés principal es el método; esto es, el camino recorrido por Ramírez para concebir sus obras y no tanto el resultado formal final. En el texto se afirma que “la obra terminada queda como testimonio de parte de la energía que se necesitó para realizarla; las generaciones futuras la situarán y clasificarán de acuerdo a la evolución social y cultural. Nosotros, contemporáneos, además de gozar de la presencia del objeto, podemos también participar de su génesis y tenemos la posibilidad de documentar el recorrido que realiza la energía empleada, antes que encuentre sus propios límites en la forma o en la imagen.”
Esta propuesta de Montealegre permite rescatar un aspecto interesante de la obra del escultor: la presencia de cuestiones no puramente racionales, tales como la intuición, el azar y el instinto al momento de construir sus obras. En una entrevista realizada en 1975 por el escritor Fausto Panesso (véase doc. no. 1093112), Ramírez describe el proceso seguido en la realización de sus esculturas: “Muchos escultores deben tener ideas primero; toman un papel y dibujan y esto los induce, aparecen ideas sobre lo que van dibujando. A mi esto me resulta imposible, de una vez tengo que hacer cosas tridimensionales. Entonces trabajo con formas en cartón o trozos de madera que empiezo a ligar, unir, hasta que poco a poco va resultando algo. Muchas veces durante un buen rato no resulta nada. De pronto hay un momento en que surge alguna cosa, la miro y me voy por ese lado (…). Y a veces duro semanas enteras buscando (…). Otras veces en un par de días sale, y a veces fracasa también rotundamente una idea que parecía totalmente hecha, porque encuentro un pequeño ángulo que me seduce y me hace ir del todo por ahí, y de ahí resulta una buena escultura (…). ¡Pero es tan difícil escoger! ¡Saber de dónde resultan las cosas!” Este proceso de exploración continua de la forma, los materiales y las técnicas al momento de producir, es precisamente lo que interesa a Montealegre; a su juicio, una mirada a las esculturas de Ramírez debe extenderse más allá de observar el objeto como un producto final; por lo tanto, se invita a tener en cuenta toda la energía, el pensamiento y la actitud dedicada a su construcción.