En 1949, Leo Matiz Espinoza (1917-98) reconocido fotógrafo, caricaturista y publicista, figuró como uno de los diez mejores fotógrafos del mundo, siendo considerado en Colombia, como el más importante del siglo XX, tanto por la maestría de su trabajo con la imagen en blanco y negro como por el legado que la calidad de sus registros representa para el país. Desde 1941, Matiz había desarrollado su obra en México, donde se relacionó con artistas como Frida Kahlo (1907-54) y Diego Rivera (1886–1957). En 1947, estando en los Estados Unidos, Matiz trabajó para las publicaciones Life y Reader's Digest, realizando una exposición colectiva en el MOMA neoyorquino, el Museum of Modern Art, además de haber trabajado en Venezuela como reportero gráfico en la revista Momento junto a su compatriota, el entonces periodista Gabriel García Márquez (n. 1927).
En su texto, Alejandra Matiz (n. 1958) manifiesta que la vida para su padre “era como una cascada en constante movimiento” por sus incesantes viajes y temperamento. Destaca las relaciones que sostuvo su padre con el escritor colombiano, radicado en México, Álvaro Mutis (n. 1923). Las fotografías escogidas para el catálogo fueron: Louis Armstrong (1960), María Félix (1945), Don Quijote de Morelos (1944), Agustín Lara (1970) y Mujer indígena (1961); imágenes que dan cuenta de su sensibilidad poética, de su interés por registrar la gestualidad latinoamericana, de su muy particular trabajo con imágenes en blanco y negro, además del contraste de sus luces y la dimensión social que conllevan sus enfoques.
Leo Matiz enfrenta un periodo de notorias contradicciones políticas en Colombia ya que, desde 1941 y por discordancias partidistas debe refugiarse en México, en plena secuela de la época revolucionaria. En 1948, vuelve a Colombia para registrarel asesinato del líder político liberal Jorge Eliecer Gaitán (1898-1948) que produjo el llamado “Bogotazo” y, hacia 1958, viaja a Venezuela para retratar la caída del dictador Marcos Pérez Jiménez. Tales circunstancias políticas agudizaron su sentida percepción de la condición humana: marginada y agreste. En su obra artística, Matiz buscaba una paz ausente de la realidad que lo rodeaba; y fuera la violencia colombiana desde los años cincuenta, o bien las dictaduras de Latinoamérica en los sesenta.