A raíz de la exposición Insectos (junio de 1962), el artículo “Jaramillo: Pintura visible y audible” de Marta Traba (1923–83), la crítica argentina de arte, radicada durante años en Colombia, representa la consagración del joven artista Luciano Jaramillo (1938-84) por una de las más influyentes intelectuales de la época. Con este texto se comprende la irrupción de una nueva figuración —heredera de la obra de Alejandro Obregón (1920-92)— de corte existencialista, pesimista y violento.
Jaramillo nació en la ciudad de Manizales (Caldas) y, entre 1957 y 1958, realizó estudios de pintura y publicidad en L’École Paul Colin en Paris. A raíz de sus primeras exposiciones, al regresar al país, críticos de arte residentes en Colombia tales como Traba, el vienés Walter Engel (1908–2005) y el polaco Casimiro Eiger (1911–87) estimularon su pintura de tendencia expresionista aunque ella le criticara en sus primeras obras (1959) la fuerte influencia del pintor francés Bernard Buffet (1928-99).En el presente documento, Traba destaca de Jaramillo su “agresividad auténtica, aun cuando se perdiera por laberintos ‘buffetianos’, por monstruos o por inepcias deformadas”.
El año anterior a la exposición Insectos fue decisivo para Jaramillo. En 1961, lo nombraron profesor de pintura en la Universidad de los Andes; expuso sucesivamente durante ese lapso; participó en el XIII Salón de Artistas Colombianos donde ganó el segundo premio de pintura. Tanto Traba como Engel comentaron favorablemente sus exposiciones; entre esos artículos se destaca: “El gran talento de Luciano Jaramillo”, La Nueva Prensa (19-25 abril de 1961).
El periodista colombiano Alberto Zalamea Costa (n. 1926) —esposo entonces de Marta Traba— había fundado la revista La Nueva Prensa en abril de 1961. Con la colaboración de un selecto grupo de intelectuales y representantes de la clase política, Zalamea colocó el semanario en abierta oposición al Frente Nacional (alternancia bipartidista obligatoria durante 16 años a la presidencia de la República de Colombia). En 1963, La Nueva Prensa se convirtió en diario y circuló hasta 1967. Traba mantuvo una columna semanal desde donde defendía el arte moderno y “la nueva figuración” de la cual Jaramillo era representante; es más, llegó a promover debates artísticos en su sede, convertida en centro cultural. Este artículo luego se publicaría en el libro Mirar en Bogotá (1976) editado por el Instituto Colombiano de Cultura –Colcultura, e incluso en la selección de textos Marta Traba (1984) del Museo de Arte Moderno de Bogotá.