El análisis del estudioso checo (con nacionalidad francesa y británica) y crítico de arte Frank Popper (n. 1918) —en su libro Art-Action and Participation (Nueva York: Littlehampton Book Services, 1975) que gira en torno a las “expresiones” de arte en la calle llevadas a cabo por el artista venezolano Diego Barboza (1945–2003) en Londres— es indicativo de la importancia y proyección internacional que tuvieron tales eventos como manifestación pionera y fundacional de arte callejero de acción. La primera “experiencia” de Barboza tuvo lugar el 7 de marzo de 1970; un grupo de treinta muchachas con rostros cubiertos por redes de diferentes colores se aparecieron en los lugares más frecuentados de la capital británica (Trafalgar Square, Piccadilly Circus, King’s Road). Popper no sólo señala a Barboza como uno de los iniciadores de este arte, sino que se vale de sus propuestas como modelo para una tipología y teoría general sobre estas “acciones contemporáneas de arte y vida”. Establece, por ejemplo, que los elementos objetuales en estas obras no suelen funcionar como objetos de arte; no son más que una manera de detonar una clase particular de comportamiento psicológico. Más aún, el papel del artista en tales proyectos está estrictamente limitado al tipo y la intensidad del “pretexto”; Popper concluye refiriéndose incluso al “proceso de estimulación” y a la “retroalimentación” que este genera.
Barboza fue uno de los más versátiles artistas contemporáneos de Venezuela. Fallecido de modo prematuro a los 58 años, su legado incluye pintura, dibujo, performance, arte de correo, además de las “expresiones” en la calle. La gran significación de este análisis de Popper mereció que la curadora Katherine Chacón lo incluyera en el catálogo de la gran muestra antológica del artista, Diego Barboza: El festín de la nostalgia (2000); [consulte el importante texto de Chacón escrito para esta publicación, “Diego Barboza: El festín de la nostalgia” en el archivo digital ICAA (1156981)].
Son esclarecedores, además, los comentarios del propio artista, los cuales introduce Popper en su libro y sirven para explicar el vínculo de dichas “experiencias” con celebraciones colectivas de índole carnavalesca, las procesiones religiosas en España, los diablos danzantes en Venezuela, que cambian la apariencia cotidiana de un lugar. En ellas, grupos de gente bajo la protección del anonimato son capaces de dar expresión libre a su imaginación, produciendo un aire peculiar de festividad y misterio que toma posesión de los participantes y contagia a los transeúntes.
Algunos fragmentos de texto fueron traducidos por Alejandro Useche (2000) a propósito de la exposición Diego Barboza: El festín de la nostalgia, presentada en 2000 en Caracas y otras dos ciudades de Venezuela.