A principios del siglo XX, el arte colombiano obedecía a preceptos académicos provenientes de los estrechos vínculos culturales de los artistas con las tradiciones francesa y española. Esto es, la representación correcta, el dibujo cuidadoso y la imitación adecuada de la naturaleza operando como los valores estéticos supremos. La asociación de dichos valores con el proyecto de nación que defendía hegemónicamente la ideología conservadora favoreció el aprovechamiento del arte como patrocinador de principios políticos y religiosos; lo cual se evidenció en exposiciones y eventos oficiales.
En 1910, Andrés de Santa María (1860–1945) organizó el Salón de Arte de la Exposición del Centenario, con la que se conmemoró el grito de Independencia en Colombia en 1810. El choque entre la tradición académica y los lenguajes modernos —que el mismo Santa María había traído entre sus inquietudes europeas—, se resolvió sin dificultad en el país a favor de la primera, pues se acomodaba mejor a los intereses políticos de la muestra. El artículo analiza, de manera detallada, la complejidad del evento, explicando el papel de artistas, críticos, instituciones oficiales y público tanto en las disputas estéticas como en la producción artística de la época.
Cabe resaltar el enfoque interdisciplinario que elige el autor, Alejandro Garay (n. 1983), quien redactó este texto basado en la monografía investigada para recibir su título de historiador. En este sentido, hay referencias filosóficas, históricas y sociológicas que enriquecen el análisis. Por otra parte, se debe señalar el rigor documental de la investigación, pues escasean los artículos sobre los Salones organizados a principio del siglo XX; los cuales, como en este caso, evidencien una cuidadosa búsqueda de fuentes primarias en publicaciones periódicas y archivos.