Este es uno de los textos escritos por Johanna Calle (nac. 1965), la artista colombiana que clarifica tanto el tipo de preocupaciones que aborda en su obra como el hondo sentido con que adopta cada una de las decisiones que orientan y nutren su propuesta.
Desde 1999, año en el que Calle realizó Torrencial —la primera obra en que se expresó a través de una síntesis entre dibujo y escritura—, su trabajo ha buscado también una expresión escrita, en la que se hace visible su sensibilidad con lo literario. La serie Efluvios (2002?2004) ha sido trabajada en una fusión entre pintura y dibujo; es el trabajo con el que la artista vuelve al color después de varios años dedicada exclusivamente al dibujo y a la monocromía. No obstante, en su factura, esta obra comporta sistemas operativos que la artista ha desarrollado en el dibujo escrito; nace, de allí, el modo caligráfico de la línea.
Inclusive, el texto que amplía sobre esta serie es consecuencia de esa ganancia. La metodología de trabajo, en Torrencial, condujo a una suma de nombres de niños abandonados, atados los unos a los otros, al adoptar la forma expansiva de la caída insistente de las gotas de un aguacero torrencial. En Efluvios, el análisis de las metáforas sobre la pérdida y el temor, armadas ya sea con la imagen del agua, o bien como “Con el agua hasta el cuello”, “País inundado en alertas” o “tiempos de tormenta”, funda imágenes de mares sin orillas en los que se ve el naufragio de seres y bienes. Como explica Calle, en evidente alusión a las problemáticas sociales y políticas de Colombia, “la travesía o el retorno se hacen imposibles. Los sobrevivientes quedan extraviados en una región en la que ya no existe siquiera tierra firme".