Este ensayo crítico de la curadora Lourdes Blanco (n. 1941) sobre el artista y diseñador gráfico venezolano Sigfredo Chacón (n. 1950) posee, además, valor literario. Al invocar como metáfora la leyenda narrada por Plinio El Viejo sobre el duelo sostenido entre dos pintores rivales (Apeles de Cos y Protógenes de Rhodas), el lector es llevado a la idea de “la línea” y de “la pintura” como formas arquetípicas; lo que permite una mayor comprensión de la obra conceptual, cuyos “motivos” pueden parecer “inartísticos” y “banales”; en suma, para Blanco, su forma expresiva, sugiere una “sobria metafísica de la abstracción”. El texto refiere una línea racional (a diferencia de una línea gráfica); implica una reflexión sobre elementos básicos de la pintura (bocetos, huellas, telas desnudas, nudos de telas, etcétera). El ensayo aporta asimismo una evaluación de la trayectoria de Chacón, quien inicia su carrera expositiva en 1966 y su obra destaca bastante en la escena artística, consolidándose en los años setenta. Se enfatiza que la muestra realizada en 1989 constituye su “primera gran individual”; aunque tardía, es muestra de que, como sus contemporáneos, su trayectoria conceptual se desarrolla al margen de instituciones museísticas oficiales.
Como en otros ensayos de Blanco sobre exposiciones de artistas venezolanos, “Sigfredo Chacán y el signo de Apeles de Cos” contiene abundantes informaciónes e interpretaciónes valiosas sobre el desarrollo de sus técnicas y conceptos de pintura y dibujo, enmarcadas en una contextualización de la historia del arte universal y nacional. Sobre el formato rectangular-vertical de las obras de Chacón, la autora señala su relación con los grabados (sobre el tema de ventanas) del grabador José Guillermo Castillo o bien con las Fresh Windows de Marcel Duchamp. Se considera que las obras de Chacón, presentes en la muestra, desarrollan un tema con variaciones; o sea, estarían “vinculadas culturalmente con Las Cafeteras de Alejandro Otero, cuya maestría en el lenguaje pictórico de este país merece más seguidores conscientes, de los que hasta ahora han surgido”, opina Blanco. De esta forma, reafirma la importancia de un artista como Otero y de su innegable influencia sobre artistas contemporáneos en Venezuela. La autora cierra su ensayo bajo el clima poético inicial. Retoma la leyenda de Apeles para concluir que “la imagen del artista solitario trazando una línea primigenia es la primera [imagen] que puede invocarse al discutir las obras recientes de Sigfredo Chacón”.
El presente texto fue reproducido en la Guía Catálogo/Guía de Estudio No. 136. Exposición CCS-10. Arte venezolano actual (Caracas: Fundación Galería de Arte Nacional, 1993).