El texto reseñado es el de un crítico de arte hacia otro colega. En este rol Roberto Pizano Restrepo (1896–1929) (1) funge de artista, crítico de arte y gestor cultural y Gustavo Santos como crítico de arte, pianista y escritor. Ambos cobijaban posiciones encontradas en el ámbito del arte en Colombia. Santos defendía el arte como producto del espíritu y de la personalidad del artista, analizando, así, las relaciones entre este y su obra. Además, señalaba los errores de la crítica y de la apreciación del arte en la escena bogotana, dando ejemplos del arte europeo y sus búsquedas, en contraposición con las interpretaciones del parroquialismo local. En contraposición a Santos, Pizano basaba su juicio estético en la maestría del artista proveniente de la formación académica, del estudio de los clásicos así como de la tradición del arte nacional, intentando consolidar un campo de producción artística que, sin recursos y extremamente limitado, buscaba legitimar una visión del arte en oposición a las corrientes modernistas que surgían entonces.
Gustavo Santos fue una de las primeras y más destacadas figuras de la crítica de arte en Colombia en la primera mitad del siglo XX. Sus textos se sustentan en reflexiones sobre el oficio y las fuentes del artista, así como en referencias tanto a la historia como al presente del arte europeo, siempre de manera comparativa con el ámbito local.
Roberto Pizano, a su vez, realizó estudios en España en la Academia de San Fernando, de Madrid, hasta (2) 1920. Fue director de la Escuela de Bellas Artes y cofundador del Círculo de Bellas Artes; gracias a él tomó forma la idea de un museo de reproducciones artísticas de obras maestras del arte europeo, propicio para la divulgación y enseñanza del arte a estudiantes de esa institución académica. Su obra posee una manifiesta influencia del luminismo —en especial de Sorolla— enmarcándose dentro del verismo académico característico del arte colombiano durante las primeras décadas del siglo XX.
En este caso, el texto no constituye una discusión crítica. La primera exposición de Pizano reseñada por Santos es de carácter inaugural; en ella se define y se valora la obra del artista en su estado incipiente, augurándole exitoso porvenir artístico a partir de hurgarse las cualidades técnicas de su obra por su bagaje cultural y capacidad de autocrítica. Su muerte prematura torna imposible corroborar las predicciones de Santos sobre la obra de Pizano.