A su paso por Caracas, Enrique Buenaventura (1925–2003), el dramaturgo y director de teatro colombiano tiene la oportunidad de ver la exposición de Gabriel Bracho (1915-95) y la reseña críticamente. En su texto, se debate entre un análisis formalista, que pone en duda los medios de expresión del artista, y la presentación de ciertas claves que configuran el mensaje de su obra. En el texto se favorece la estética realista (sobre el naturalismo y la abstracción), por lo que este discurso se une a las voces polémicas que se enfrentaron alrededor de la muestra. El ensayo parece afiliarse al lenguaje del análisis estético marxista; aunque sin profundizar en el rol social del artista, su misión y posición crítica en el mundo que le ha tocado vivir. La militancia izquierdista del crítico (su adhesión al realismo político de Bertold Brecht, en principio), sumado a la propia experiencia de pintor, explicarían la postura no complaciente frente a la obra de Bracho. Sin embargo, no deja de reconocer la capacidad y el talento artístico.
[Respecto a la obra de Bracho, consúltese el archivo digital ICAA: el texto de Juan Liscano “Gabriel Bracho” (doc. no. 850217); de Hector Mujica “Excelencias de un pintor comprometido” (doc. no. 845986); el artículo de Guillermo Alfredo Cook “Bracho sacrifica lo más caro a todo artista: La Libertad” (doc. no. 850751); el ensayo del crítico Carlos Silva “Arte y Estilo de Héctor Poleo” del libro Arte y Estilo de Héctor Poleo (2000) (doc. no. 1172190); la reseña de Manuel García Hernández “El mensaje de Gabriel Bracho es neo-americano: cartas de Buenos Aires” (doc. no. 1101870); la nota de prensa “Llenaron ayer las galerías de Bellas Artes concurrentes de todos los sectores sociales: Reconocieron un gran contenido a la exposición de Bracho” (doc. no. 1141713); y de Pedro Lobos “Semblanzas de nuestros días en la pintura de Gabriel Bracho” (doc. no. 1080662)].