Este artículo pone de manifiesto las primeras expresiones del arte conceptual en Colombia y son parte de las tendencias experimentales que entraron al país en los años setenta, junto con el Arte Pop y el Hiperrealismo. Artistas como Antonio Caro Lopera (nac. 1950), Bernardo Salcedo y Álvaro Barrios, entre otros, enfocaron sus búsquedas a investigar con nuevos materiales e incursionar en nuevas posibilidades poéticas que enfatizaban el mensaje emitido. Además del gran aumento de eventos y espacios de exposición de arte en esta época, hubo propuestas importantes de trabajo comunitario tales como el Taller 4 Rojo y el grupo El Sindicato (nacido en 1976 en Barranquilla) en cuyo espacio expositivo Caro participaría en 1977. Este grupo estaba conformado por Alberto Del Castillo, Carlos Restrepo, Luis Stand, Antonio Arrieta, Sergio González, Ramiro Gómez y Aníbal Tobón; creándose, en un viejo teatro, el Taller de Arte Experimental: espacio independiente para hacer obras colectivas y exponer. Las cuatro obras que describe aquí Serrano pertenecen a la primera producción artística de Caro. La Cabeza de Lleras y Sal hacen parte de las investigaciones que estaba realizando con la sal como materia prima, a manera de homenaje a los salineros de Zipaquirá. Las obras de Caro, El imperialismo es un tigre de papel y Aquí no cabe el arte se basan en afirmaciones cuyo significado conlleva connotaciones políticas, las cuales, a su vez, cuestionan el evento en el que la obra es expuesta. Caro es uno de los primeros artistas conceptuales colombianos cuyo trabajo, innegablemente, ha tenido constantes cruces con la publicidad: en la factura de ideas concentradas, en la utilización de símbolos, y en la claridad de los mensajes. Su producción se caracteriza por una factura torpe y ha estado permeado por humor con referencias políticas, sociales e históricas relacionadas, en algunos casos, con discusiones sobre la identidad.