Mario Castillo, distinguido artista multimedia chicano/mexicano, escribe en esta declaración que su obra siempre ha abordado aspectos sobre el nacimiento, la vida, la muerte y la vida eterna, y que siempre ha tratado de sintonizar con su patrimonio cultural mexicano. Subraya que en México abundan las tradiciones y los patrimonios culturales, en gran medida, debido a “la fuerte presencia de las bellas artes y las populares”, y por la diversidad de las culturas regionales. Para los que han nacido allí, esta “diversidad de ritmos plásticos” permanece grabada en su espíritu. No obstante, Castillo encuentra una paradoja a la hora de usar la imaginería mexicana en las obras de arte; tal es el caso tanto del escultor británico Henry Moore como del arquitecto estadounidense Frank Lloyd Wright. Se pregunta por qué es lícito para un artista extranjero emplear influencias mexicanas, mientras que lo mismo se considera estrecho de miras cuando lo hace un mexicoamericano. Para evitar este tipo de restricciones y las presiones para amoldarse a las corrientes dominantes y, de esa forma, poder vender tu trabajo, Castillo eligió la enseñanza como profesión. Termina diciendo que su obra no siempre va a basarse en lo mexicano, y que uno de sus murales pioneros, el intitulado Wall of Brotherhood [Muro de la hermandad], fue el primer mural multicultural del movimiento de arte público de la década de sesenta.