Residentes de la ciudad de Cali, los artistas María de la Paz Jaramillo (nac. 1948) y Óscar Muñoz (nac. 1951) —quien desde la década de los ochenta se convertiría en uno de los artistas colombianos con mayor proyección internacional— expusieron en muestra conjunta en el Centro de Arte Actual de la ciudad de Pereira; entidad que se caracterizó, en la década de los setenta, por realizar exposiciones de artistas contemporáneos en una región apartada, hasta ese momento, de las últimas tendencias y debates del arte.
Este es uno de los pocos textos que describe el proceso artístico de Jaramillo y Muñoz en su etapa inicial. La crítica Astrid Muñoz destaca que los modos de representación son muy distintos, entre ambos, aunque se originen de una misma preocupación o intención crítica.
Durante los años setenta, una gran amistad y algunos proyectos gráficos unirían a ambos artistas. Para Jaramillo fue fundamental su experiencia de vida en la ciudad de Cali, pues allí descubrió los temas que marcarían su obra durante muchos años. A raíz de su experiencia con la rumba salsera de Cali, Jaramillo y Muñoz elaboraron el portafolio Bailando salsa (1978). Para dicha obra contaron con material fotográfico de Gertjan Bartelsman (nac. 1949), del cual seleccionaron dos parejas bailando y que acoplaron en un fotomontaje, posteriormente. Esta imagen constituyó el punto de partida de la serie gráfica.
Astrid Muñoz define a Óscar Muñoz como un “inconformista y constante indagador de recursos”. Desde su primera exposición en Ciudad Solar —bajo el título de Dibujos morbosos (1971)—, el humor pasaría a ser una característica intrínseca a su trabajo durante el primer lustro de los setenta. Ese tono burlesco con que afrontó los temas sugeridos lo llevó a presentar en la exposición Nombres nuevos (1972) del Museo de Arte Moderno de Bogotá un grupo de cinco dibujos que representaban La última cena de Leonardo da Vinci. Mediante el contrapunto de dos imágenes, Muñoz dibujó: “doce señores muy bien vestidos en la parte superior y en la parte inferior estaban desnudos con las piernas entrecruzadas. Este trabajo fue vetado por el Museo y el señor Eduardo Serrano me amenazó, diciéndome que yo toda la vida iba a ser un artista de provincia (…). Yo estoy muy contento de ser un artista de provincia…para toda la vida”. Así explicó Muñoz este incidente al crítico de arte Miguel González en un reportaje para el Semanario de El Pueblo de Cali, 2 de septiembre de 1979, p. 5.