Aunque la reforma agraria en Perú implicó ruina y crisis prolongada para la economía rural del país, su justificación retórica —y este discurso en particular— dejaron profunda huella en el lenguaje tanto político como cultural. A ello contribuyeron una serie de iniciativas oficiales, como la producción masiva de afiches y la organización de concursos de arte asociados a la imagen del insurgente indígena.
José Gabriel Condorcanqui, Túpac Amaru II (1738–81), fue un curaca (cacique) de estirpe incaica que en 1780 lideró la más importante rebelión andina contra el imperio español. Relegado en la historiografía criolla tradicional, su figura fue asumida como emblema por el llamado Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas durante su primer periodo (1968–75), caracterizado por reformas socializantes y por su fuerte interés en la representación simbólica.
Artistas y diseñadores como Jesús Ruiz Durand (n. 1940) le dieron a su imagen “ensombrerada” una presencia gráfica que se volvería clave para entender los usos políticos de la creación plástica. Este aspecto decisivo de la intervención de agentes culturales en los procesos sociales se ve subrayado por los frecuentes señalamientos del periodista Efraín Ruiz Caro (1929–2007) como autor mediato del discurso de Velasco.
[Como lectura complementaria sobre Túpac Amaru II, véanse en el archivo digital ICAA los siguientes textos: del general EP Felipe de la Barra “¿Cómo fue Túpac Amaru?” (865441); (sin autor) “Convocan a concurso: monumento a Túpac Amaru se levantará en el Cuzco” (1053438); de Alfredo Arrisueño Cornejo “Convocan a concurso de pintura para perpetuar la imagen plástica del mártir José Gabriel Condorcanqui” (865422) y “Declaran desierto el Concurso de Pintura ‘Túpac Amaru II’” (865498); (sin autor) “En busca de la imagen arquetípica de Túpac Amaru” (865702); de Daniel Valcárcel “El retrato de Túpac Amaru” (1052165); y de A. O. Z. “Túpac Amaru: ¿verdadero retrato?” (865460)].