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Este ensayo de Emilio Goyburu forma parte de las discusiones sobre el significado de la abstracción, a partir de su valoración de lo que denomina como “la vivencia estética”. Para este pintor del Perú, el placer estético se produce a través de las “sensaciones vitales” provocadas por formas y colores; en consecuencia, considera la pintura “no-figurativa” como el mejor vehículo de obtenerla. Además, creadas por “necesidad interior”, las formas “espirituales” constituyen la transposición de “lo inmaterial” a “lo sensible”. Considera que al ser estas formas subjetivas, obedecen a una necesidad interior del artista y reflejan, por lo tanto, su individualidad. La abstracción habría creado un mundo para el arte, cuya belleza se fundamenta sólo en su contenido personal y su rigurosa sujeción a leyes plásticas; en su opinión, al no subordinarse a la producción de valores semejantes a aquellos de la figuración, el color adquiere suprema pureza e intensidad, obligando a que se tome en cuenta sólo la armonía cromática. Concluye con una significativa cita de Platón: “La belleza pura sólo se encuentra en las figuras geométricas y en los colores puros”.
La trayectoria del pintor y caricaturista Emilio Goyburu (1897–1958) estuvo marcada por su afiliación a las tendencias más modernas del medio limeño. En oposición al indigenismo imperante durante la década de 1920, Goyburu produjo una obra signada por el cubismo, cuya impronta es evidente en sus ilustraciones para las revistas limeñas Amauta (1926–30) y Jarana (1927). Si bien, en la década siguiente, el pintor se insertó dentro de la figuración nativista preponderante, un estilo cada vez más sintético lo llevó a la no-figuración a inicios de los cincuenta, siendo precursor de esta tendencia en el Perú. Además, su compromiso con el modernismo artístico se desarrolló en textos difusores de los postulados de la abstracción, los cuales descuellan en el contexto limeño de entonces por situarse, casi siempre, en un plano teórico, marcado por la influencia del difundido libro De lo espiritual en el arte (1911) de Wassily Kandinsky, aunque procurando no divulgar ningún afán polemista.
[Para más información, véanse en el archivo digital ICAA los siguientes textos de Goyburu: “Cuatro edades de la pintura (doc. no. 1150294); “Un nuevo prejuicio (?)” (doc. no. 1150326); “Un nuevo monumento en Lima” (doc. no. 1143291); y “El color en las diversas artes” (doc. no. 859948)].